Somos una pareja con casi veinte años de matrimonio y nos seguimos amando y deseando con locura.

Nuestra relación, en la cama y fuera de ella, se ha caracterizado siempre por un planteamiento con la mente abierta, la búsqueda constante y sin miedo de nuevas sensaciones (sexuales, sí, pero también emocionales).

En casa soy yo la de las ideas locas, así que el día en que cenando le conté a mi marido mis búsquedas por Internet, no se sorprendió. Cena romántica, noche sin niños y nuestra conversación subiendo de tono. Es el momento: “Cariño, he pensado que podríamos ir a tomar algo a un local swinger. Tenemos uno cerca. Podemos dar un paso más allá, dejar volar la imaginación y los sentimientos en nuestra pareja”.

En esa cena llegamos a los postres dibujando noches locas, cuerpos desnudos y fantasías cumplidas. Y con la decisión tomada de saber más de este local swinger que tenemos cerca nos dispusimos a buscar información en su web, así como foros en los que intercambiaban impresiones de este local. Descubrimos que había distintos tipos de locales y que este se ajustaba a lo que estábamos buscando.

  • En las principales ciudades españolas hay locales de estas características: los hay de muchos tipos y para todos los gustos. Infórmate y lee valoraciones de otros usuarios.

Tomada ya la decisión comentamos hasta donde estábamos dispuestos a llegar y ante las mil dudas que nos surgieron decidimos finalmente ir a tomar una copa, observar y no participar.

Aún creíamos que en el mundo swinger solo se intercambiaba sexo.