TANTOS MIEDOS…
Ufff… ¡Pasé por tantos miedos desde que apareció en mi mente la idea de asomar el hocico por el mundo swinger! Pero…, le pese a quien le pese, ha sido un camino de desarrollo personal y, sobre todo, de crecimiento compartido.

Para ello nos pertrechamos y entrenamos a fondo, preparamos nuestra mente, racionalizamos nuestra moral y, sobre todo empoderamos nuestro corazón.
Y así el miedo a romper nuestra pareja dio paso a horas de diálogo y amor, a pruebas con cautela pendientes el uno del otro, a la creación de una intimidad más cómplice y, sobre todo, de un conocimiento profundo y sincero del otro.
Y así el temor a mostrar nuestro cuerpo se ahogó en un mar de autoestima trabajada y reforzada, y, lo que antes fue impudicia, volvió a lo que siempre debió haber sido: naturalidad.
Y así la inquietud por no estar a la altura o por fallar en el momento crucial se desvaneció al comprobar que en los grupos reina la camaradería, el respeto y la humildad (máxime cuando tienes la suerte de que un veterano dicharachero te coja por el hombro y sonriendo te diga que, si en los toros hay malas tardes… ¡cómo no va a haberlas en las corridas!).
Y así vamos, poco a poco, disipando cada miedo hasta que un día te detienes, miras atrás, recapitulas y… te das cuenta de que lo que otros consideran el culmen de la depravación, tú lo has transitado como una liberación y como una de los mejores caminos para crecer como ser humano. Sólo te hizo falta un fondo de sensatez, valentía e inteligencia.
Quizás, precisamente por eso, nuestro mundo swinger sea minoritario.
Quizás, precisamente por eso, nos veamos señalados y criticados por miles de mentes carentes y mediocres.
Quizás…, sólo quizás.
DEUS DIXIT
Escritor, asceta epicúreo, adicto a la libertad y precursor del NO como fuente de conocimiento. Autor de Liberi Ars Amandi.
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